La organización agraria francesa, Confédération Paysanne se manifiesta contra una explotación de 1.000 vacas

La Confédération Paysanne (organización campesina francesa, que al igual a que COAG pertenece a la Coordinadora Europea Vía Campesina), está iniciando una campaña para evitar la ejecución de una macroexplotación lechera. Este modelo de ganadería supone el fin de las ganaderías familiares en la zona afectada, y que se extiende en toda Europa. La finca de 1.000 vacas, como la llaman los socios de la Confédération Paysanne, es una explotación industrial promovida por Michel Ramery, propietario de un grupo empresarial que emplea a 3.550 personas y tiene una facturación anual de 541 millones de euros . En esta finca, Ramery pretende exprimir 1.000 vacas en una instalación de 8,500m2 cuadrados. Cada animal tendrá un espacio equivalente a la mitad de un garaje. Además, la idea es captar la expulsión de metano de las 1.000 vacas para producir electricidad y, una vez procesada, utilizar la sustancia residual para abonar las hectáreas de pastos. La granja del magnate de Ramery producirá 8 millones de litros de leche al año y 1,5 megavatios de electricidad. Para ello, ocupará 3.000 hectáreas de praderas de extensión. Se estima que durante el invierno, las vacas consumirán cada día 40 toneladas de alimentos concentrados, hechos principalmente con materias primas genéticamente modificadas. Sólo dará empleo a 18 personas. Estos 30 Km. ² de tierra sólo emplearán a 18 personas, por lo tanto, el modelo final de este proyecto sólo sirve para desertizar en medio rural agrario. Desde Confédération Paysanne explican que una granja lechera convencional con 50 vacas emplea a una media de 2'1 personas en Francia; entonces, 1.000 vacas deben dar empleo a 42 personas, por lo menos. Además, los ingresos de la producción de energía y el ahorro en salarios, permitirán a Michel Ramery vender la leche a 270€ por tonelada; cuando los precios están en una media de 350€ por tonelada. Este último valor a penar sirve para cubrir los costes de producción de las granjas convencionales y sólo es posible gracias al apoyo del público como la Política Agrícola Común. En resumen, la finca de 1.000 vacas es un megaproyecto para obtener grandes beneficios por parte de un gran capital especulativo. Por lo tanto, supone un desastre desde el punto de vista social y ambiental. Para Ramery, la leche es un subproducto complementario que le ayudará a redondear los ingresos obtenidos por la producción de energía mediante el metano. Además, las ayudas de la Política Agrícola Común (PAC), cuyo importe se basa en el número de hectáreas trabajadas por cada explotación le proporcionarán ingresos extraordinarios en forma de subvenciones bastante cuantiosas. Contra este planteamiento es el que prima beneficio económico de un gran capital por encima de la explotación sostenible de la tierra, el empleo agrario y el medio rural vivo, las organizaciones que integran la Coordinadora Europea Vía Campesina continuarán la lucha y la defensa de una familia de agricultores orientada la soberanía alimentaria de los pueblos, para producir alimentos sanos para las personas y preservando el bienestar de nuestro ganado.

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